“El Legado de un Padre: La Universidad de Cienfuegos”
José Pedro Monteagudo Yanes, padre y trabajador incansable, llevaba en su espalda la responsabilidad de levantar no solo edificios de concreto, sino también valores y principios. Recuerda a sus hijos, pequeños exploradores, que correteaban por los terrenos en construcción y sus risas resonaban entre los cimientos. –« Nuestros hijos, cuando estaban libres, desarrollaban parte de su vida de niños en la universidad, corrían por sus áreas (en ocasiones fastidiaban bastante) y por los terrenos en construcción. En muchas ocasiones nos acompañaban en los procesos constructivos de menor peligro, querían ayudar aun siendo pequeños, creo experimentaban los sentimientos transferidos por sus padres.”-. ¿Qué mejor aula que aquel espacio donde se erigiría el conocimiento?
Él, al igual que sus colegas, provenientes de diversas universidades, forjaban la identidad de la nueva institución. Los diplomas y las investigaciones se entrelazaban con los cuentos de buenas noches y los abrazos al regresar a casa.
Y así, entre planos y pizarras, entre deberes y sonrisas, el profesor Monteagudo dejaba su huella, no solo en los muros de la universidad, sino en el corazón de sus hijos. Hoy, esos mismos hijos, adultos responsables y comprometidos, llevan consigo el legado de un padre que supo construir más que aulas, sueños.
– “Soy de la opinión que aquella generación de jóvenes le transmitíamos a nuestros hijos el sentimiento de ser responsables, estudiosos y creo que en muchos se hicieron realidad esas esperanzas. Tengo una hija propia y dos hijos proveniente del matrimonio anterior de mi esposa, pero siento la satisfacción de que son personas de bien, responsables y cumplidores de sus deberes laborales y sociales. Si me lo preguntan, sí, me siento satisfecho de como son”. –
Con sabiduría y experiencia, el entrevistado nos comparte cómo logró equilibrar las responsabilidades laborales y las de ser padre. Su relato nos lleva a una época en la que la solidaridad y la comprensión eran fundamentales para enfrentar los desafíos diarios.
Cuando José Pedro y sus colegas llegaron a la Universidad de Cienfuegos desde diferentes provincias, no siempre tenían el apoyo constante de la familia extendida. En ese contexto, la comprensión mutua entre cónyuges se volvía esencial. Padres y madres se involucraban activamente en la crianza de sus hijos, compartiendo tareas y momentos de juego. Las madres jugaban pelota y bailaban trompos con los hijos varones, mientras los padres hacían lo propio con las hijas.
– “Creo jugó un papel muy importante la solidaridad entre compañeros y familias prestándose apoyo en lo laboral y en el cuidado de los hijos”-. Así, la universidad se convertía en un espacio donde se tejían lazos familiares y profesionales, donde los deberes se entrelazaban con los sueños.
“Hilos de Vida: Entre Inspecciones y Sonrisas”
Los recuerdos de aquellos primeros años en la Universidad de Cienfuegos y la crianza de los hijos son como páginas amarillentas de un libro que se despliegan con cariño en la memoria de Monteagudo.
En los albores de la Universidad de Cienfuegos, cuando los cimientos aún se endurecían y los sueños se tejían con hilos de esperanza, Monteagudo se encontraba en una encrucijada: la inspección del Ministerio de Educación Superior (MES) se avecinaba, y con ella, la evaluación de un proyecto en formación. Pero había un desafío adicional: los hijos, pequeños exploradores, correteaban por los pasillos y jardines. El equipo de inspectores, destacados en sus respectivas áreas, llegó con lupa y escrutinio.
José, como muchos padres y madres, equilibraba las responsabilidades laborales con las de la crianza. Las noches se alargaban, y tras cumplir con las atenciones familiares, se sumergía en el trabajo académico. –“Pero era muy estimulante ver que nuestros hijos estaban muy pendientes de los resultados y disfrutaban los logros y sufrían los reveses”-.
Los años han pasado, y ahora, desde la posición de abuelo, José Pedro ve cómo la secuencia de la vida se repite en sus hijos y nietos. Los resultados alcanzados por las nuevas generaciones son motivo de orgullo y celebración. La universidad, con sus inspecciones y desafíos, sigue siendo un hilo conductor que une corazones y destinos.
– “Creo que al igual que hoy, una alta nota de un examen, el obtener la carrera deseada, constituían y constituyen logros satisfactorios para padres y madres como muestra de que lo realizado con los hijos, aunque no exento de deficiencia fue en general satisfactorio”-.
Elaborado por la Dirección de Comunicación Institucional.