“Sin pensarlo dos veces dije que sí”, esa fue la respuesta de Leidy León Lecuna, otra de las Valientes de nuestra casa UCf, cuando fue  convocada para apoyar al personal médico en la Zona Roja del Centro de Especialidades Ambulatorias (CEA) de Cienfuegos. Ella, junto a Rosabel Rangel y Suleira Urra, profesoras también del alma mater sureña, dieron fe de la valía de los jóvenes cubanos de estos tiempos.

Y no fueron las únicas, el segundo grupo de trabajo en la institución hospitalaria también estuvo integrado por Alejandro Fernández Sosa, residente de segundo año de Estomatología General Integral, Lázaro Alejandro Romero, maestro de la escuela primaria “Guerrillero Heroico”, y Adrián Adalberto Campos Moya, graduado de Optometría y cuadro profesional de la Unión de Jóvenes Comunistas en la Universidad de Ciencias Médicas, quien, además, es el líder de los Valientes 2.0, como cariñosamente se les nombra para diferenciarlos.

“La experiencia vivida ha sido motivadora y a la vez estresante, porque darle la cara al peligro es un acto de verdaderos valientes, pero me llevo la satisfacción de conocer y formar parte de los héroes sin nombres de la provincia. Eso hizo posible que llegara a olvidar cualquier barrera que, aun en zona roja, se pueda presentar”, fueron las palabras de Suleira, quien además agradece las vivencias del primer grupo de jóvenes, historias que fueron otro motivo para incorporarse a la tarea.

Mientras, para Lazarito, el más pequeño del grupo, la experiencia resulta indescriptible, “hay que vivirla y sentirla, y como maestro se las haré llegar a mis alumnos, pues con mucho cuidado, disciplina, responsabilidad y humanismo, pueden lograrse grandes cosas y todos unidos saldremos victoriosos de la tarea que hoy se nos ha encomendado”.

Son todos ellos jóvenes valientes que, sin estímulo personal o material, salen de sus zonas de confort, dejan atrás a su familia y arriesgan sus vidas por para darle luz, con su sonrisa, a los días oscuros de pandemia.

A Rosabel Rangel la desconocimos en redes sociales cuando publicaba sus fotografías con el vestuario de máxima protección en las zonas de mayor riesgo epidemiológico. “Ese traje que todos vemos en televisión significa que un inmenso peligro nos rodea. Nos da calor, nos falta el aire, apenas vemos bien, se fumiga completo, en fin, es toda una calamidad pero es la garantía de nuestras vidas y de la salud quienes nos rodean aquí”, comentaba desde su perfil en la red social Facebook.

Para –el jefe- como se le conoce al optometrista en el grupo, dar el paso ante la convocatoria era de vital importancia.  “Tenía que predicar con el ejemplo y con sentido de pertenencia por el sector al que pertenezco (salud), y con la convicción de la organización en la que me desempeño. Fueron días intensos, con el cerebro todo el tiempo pensando que toda precaución era poca porque estábamos lidiando con el virus invisible. Pero, sin dudas, lo más duro fue sobreponernos al deceso de algún paciente, el dolor de esas pérdidas nunca nos fue indiferente. Si tuviera que repetir la experiencia no lo dudaría porque lo aprendido no tiene precio”.

Hoy, salen de su aislamiento con una enorme sonrisa, pues su PCR resultó negativo. Regresan a sus hogares con la satisfacción del deber cumplido, con el abrazo ansioso para sus seres queridos, y con el merecido aplauso de toda una isla que lucha sin descanso contra la COVID-19.

Por: Solangel López Cruz

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