La Universidad de Cienfuegos “Carlos Rafael Rodríguez”, en su sede principal, deviene por estos días centro de aislamiento para la atención a contactos de casos positivos de la COVID-19, modelo de vigilancia clínica y epidemiológica que lleva adelante Cuba, ponderado por la OMS y la OPS. Y aunque con luces y sombras debido a dificultades logísticas, de capacidad y concernientes al actuar humano y profesional en algunos, resulta una vía efectiva para el control de la transmisión y contagio del SARS-CoV-2.

Aun cuando el ir y venir de estudiantes y profesores en la casa de altos estudios se ha trocado por personal médico y de enfermería, ellos, la gente de UCf, continúa allí, en vigilia de los días y las noches de quienes permanecen aislados: más de 200 personas en espera del resultado de un PCR, la prueba que les “devolverá el aliento”.

EL MAPA DE CÓMO LLEGAR

El joven Dr. Roberto Baños Brego, director del Área VIII de Salud, radicada en Caunao, es el jefe médico del centro, y sobre el trabajo allí, comenta: “Resulta complicada la labor, pero no imposible; en el aislamiento radica buena parte del control de la epidemia y su transmisión, por eso estoy aquí, con muchos de los médicos y personal del policlínico, y con otros de varios lugares de la geografía cienfueguera, echando para adelante.

“El equipo está completo: epidemiólogos, especialistas en Medicina General Integral, enfermeros, informático para procesar toda la estadística, y nuestra propia microbióloga, quien toma las muestras de PCR y ella misma las custodia hasta el Laboratorio de Biología Molecular. Y así, unidos, vamos por una meta: salvar vidas y frenar el contagio; esa es nuestra función del momento”.

La Dra. Celia Rosa Diéguez Puebla, dirige el team médico que permanece en vigilancia clínica y epidemiológica de los pacientes: “Se chequean sus signos vitales dos veces por día, pero nos mantenemos al tanto de cualquier cambio en el estado de salud de quienes permanecen en aislamiento, para de inmediato proceder como dicta el protocolo cuando aparecen síntomas. Está establecida una guardia médica y de enfermería las 24 horas.

“De acá se han diagnosticado cinco positivos, y comenzamos a funcionar el 11 de marzo. Llegan al centro, y al día siguiente se les toma muestra para el PCR; si da positivo, son trasladados a una institución médica. En caso de que la muestra resulte negativa, se le repite PCR al quinto día de haber tenido contacto con el caso positivo. El tiempo  máximo a permanecer acá es de siete días”.

La Dra. Leticia Varela Castro, especialista en Medicina General Integral y epidemióloga con larga experiencia en la especialidad, permanece en la Universidad; allí es una “vigía” de la situación alerta que supone un centro de aislamiento. Durante la epidemia ya estuvo en Angola, y además, cumple labor como docente al hacerse acompañar de una residente.

TRAS LOS PASOS

El otrora ir y venir de muchachos con mochilas a sus espaldas, los estudiantes; de profesores y trabajadores, por la entrada posterior de la Universidad, la más cercana a la “parada” de ómnibus urbanos ubicada en la vía que conduce a la Zona Industrial de Cienfuegos, se ha  transformado en una quietud de tiempos de epidemia. Yudith Miranda es profesora de Inglés y dirigente sindical de la institución, pero su oficio ahora es el de mensajera:

“Llevo los paquetes que traen los familiares a los ingresados y son recepcionados en la garita. Desde refrescos, galletas, dulces, hasta una colcha para cubrirse de las frías madrugadas, entre otros. Pasan un proceso doble de descontaminación hasta llegar a las manos de los pacientes, sin que ocurra a la inversa; es decir, de acá no sale nada hasta que marchan a casa o a un hospital, momento en el que también se descontamina todo el equipaje. La comida es buena, pero necesitan las chucherías para aliviar la ansiedad y ‘llenarse’”.

Gilberto González Hernández, profesor, máster y ejecutivo en Ciencias Empresariales, con años de estudio en Praga, ha dejado a un lado su amplio currículo académico para, como decimos en buen criollo, “ajustarse el cinturón” y administrar el centro de aislamiento, puestos a prueba todos sus conocimientos gerenciales.

“El control de la epidemia es responsabilidad de todos, y desde todos los ámbitos, por eso estamos acá, con nuestra gente, estudiantes, profesores, trabajadores de servicio, bajo el principio de la voluntariedad, porque asumir supone un alto riesgo; los necesitamos para hacer funcionar el centro y apoyar al equipo médico. Teníamos la experiencia de la sede Pedagógica, que ya había estado en régimen de centro de aislamiento y permanece.

“Funcionamos como un mecanismo, al que hay que hacer ajustes y adaptaciones, pero en ese camino andamos, también con el respaldo del Consejo de Dirección de la Universidad de Cienfuegos”.

LAS SEMILLAS

Al mediodía, pasadas las 12:00, se juntan quienes allí laboran y tienen la responsabilidad de dirigir, para puntualizar las incidencias de 24 horas y como en una tormenta de ideas se solucionan, cual equipo cohesionado, Universidad-Salud-Colaboradores-Minint. La institución de la Educación Superior continúa adelante con sus dos cursos: el académico con la modalidad no presencial y en el uso de las tecnologías online; y el otro, en el que se enfrenta una epidemia.

La infraestructura, diseñada para la docencia, investigación y residencia estudiantil, se pensó para que estudiantes, profesores y personal general, se movieran hasta el comedor-cocina y la cafetería, de modo que la distancia a recorrer con los alimentos propicia que estos demoren en llegar a los “aislados”, quienes pasan todo el día en las habitaciones con una alta dosis de ansiedad, de tal modo se les pide ser pacientes y disciplinados.

En la torre uno de la residencia estudiantil trabaja un equipo de muchachos con un increíble entusiasmo, eso sí, con total responsabilidad de la tarea que asumen. Yudisleidys, Lisandra, Rocío, Laura, Miriela y Samantha, educadoras de los círculos infantiles Rayitos de Sol y Mis Amiguitos, pertenecientes a la barriada de Pastorita, no pensaron siquiera en el peligro; dijeron que sí a la primera, me cuentan casi a coro. Ellas son camareras, obreras de limpieza, intermediarias, hacen lo que se precisa. Y cuando inquiero por la calidad de la comida, la califican de aceptable y que en su turno no han recibido quejas.

Pertenecen al grupo, además, Lisbany y Carlos Ernesto, profesores de la enseñanza Técnico-Profesional; y Ángel, maestro de la escuela primaria “José Mateo Fonseca”. Ellos son los mensajeros, van y vienen con la paquetería que envían los familiares a los aislados y hacen cuanto se disponga. La palabra AYUDA es la máxima que los impulsa.

Y así funciona por estos días de epidemia la Universidad de Cienfuegos, que no podía faltar a este tiempo de plagas y sequía, y donde hacen germinar sus semillas de estudiantes, profesores y trabajadores, porque las riegan para hacer que se parezca a ellos la tempestad.

Por: Magalys Chaviano Álvarez

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