Los campos de Cuba se poblaron de letras. Miles de maestros voluntarios respondieron al llamado del Comandante en Jefe Fidel Castro y se internaron en las montañas para enseñar a leer y a escribir. El año de la educación, 1961, se convirtió en una proeza, y el al analfabetismo en la Isla lo echaron a golpe de faroles y lápices. Un total de 707000 cubanos abandonaron la ignorancia, reduciendo el índice de iletrados a un 3.9 por ciento.

Una vez finalizada la campaña, en diciembre del mismo año, Fidel expresó: “No hacían falta tantos recursos económicos, muy pocos recursos económicos. Hacían falta recursos humanos, y las naciones tienen grandes recursos humanos, pero sólo las revoluciones pueden movilizar todos los recursos humanos de un pueblo…”; y fue cierto, porque la movilización fue absoluta, y la tarea no se interrumpió a pesar de los peligros que la amenazaron desde el inicio.

Un aproximado de 300 mil participantes (entre alfabetizadores populares, brigadistas Conrado Benítez y Patria o Muerte, maestros voluntarios, cuadros políticos y trabajadores administrativos), con solo una mochila repleta de unos cuantos lápices, libretas a rayas y un farol, hicieron posible el milagro. Los campos del país se iluminaron de repente. La meta de liquidar el analfabetismo en el caimán no se dilató, ni se frenó, ni se incumplió.

Las cifras de iletrados a lo largo del territorio nacional eran inadmisibles, el nuevo sistema no podía ignorar tales índices y a erradicar los lastres dejados por décadas de sumisión, se dirigió la nueva obra. Y también los asesinaron. Allá cayó Conrado Benítez, pero su sangre no fue sino abono y fuerzas para seguir adelante.

El 18 de junio de 1961 se graduaron los primeros alfabetizados, a pesar de los ataques norteamericanos, a pesar de Girón, a pesar de que la ofensiva estadounidense no se detuvo ni para dormir. Cuando faltaban cuatro meses para culminar el año, una nueva inyección de maestros se sumó a la campaña. Se precisaban nuevas fuerzas, y con esa movilización “le damos ya a la Campaña el aporte final que necesita”, expresó Fidel.

Después cayeron otros: Delfín San Cedré, Manuel Ascunse y Pedro Lantigua, los bandidos intentaron a toda costa frenar la hazaña, más nunca lo lograron. La respuesta fue la siguiente: la antigua provincia de La Habana fue la primera en convertirse en territorio libre de analfabetismo, el 7 de diciembre de 1961. El 20 del propio mes, se declara oficialmente terminada la campaña. Dos días después Cuba se proclama Territorio Libre de Analfabetismo.

Aquel propio 22 de diciembre de 1961 volvieron a temblar los espacios y se alzó la voz de Fidel Castro y la llama de la luz se hizo eterna: “Ningún momento más solemne y emocionante, ningún instante de legítimo orgullo y de gloria, como este en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados. Hemos ganado una gran batalla, y hay que llamarlo así -batalla-, porque la victoria contra el analfabetismo en nuestro país se ha logrado mediante una gran batalla, con todas las reglas de una gran batalla”.

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