La gente pasa tranquila –o más bien lo disimula. Desde que inicias el rodeo al túmulo donde descansa el gigante, hay que tocar la piedra que sobre una orquídea descansa o parece descansar, pues permanece vigilante… el Palacio de Miraflores está a lo lejos y cerca, desde el balcón del 4F se divisa el edificio, de frente, el hombre que lo vivió para hacer revivir a Venezuela.

Se escucha su voz, grave, dulce en ocasiones para saludar al niño o a la anciana que se cruzó en su camino. Entona canciones, le habla a un pueblo bravío que desafía la lluvia, el tiempo, al imperio de permanente amenaza, aunque una vez –o cientos- el hombre historia lo mandara al carajo, así con todas sus letras, sin temores ni vergüenzas.

El aire parece te transporta a la época de las mareas rojas y uno siente que te rodea el olor a obrero, a gente común, a los Cerros de Caracas o de cualquier parte de la inmensa geografía venezolana, latina, caribeña. Es una sensación vital a la que no escapa el visitante, pues en el Cuartel de la Montaña todo huele a sentimiento bolivariano, arraigado para siempre en las entrañas de América Latina, a pesar del dolor de sus enemigos en las ideas.

Y decía que huele a obrero, pero también se transpira bondad, ensueños, aspiraciones, decisión de vencer a toda costa. La solidaridad deja de ser un olor desconocido –sobre todo en estos momentos de egoísmos, de guerras de metrallas y mediáticas-, desde la piedra hasta sus salas de museo la invitación es a compartir, a multiplicar y razonar por el bien común en los pueblos del mundo.

La vista nos deja disfrutar del paisaje pueblerino donde nació el Héroe, allí donde desde la humildad forjó el carácter de un grande en edad y magisterio. Los posters a tamaño real te hacen revivirlo en múltiples facetas: el estadista, el guapo arrecho ante los desmanes, el padre, el amigo…La mirada se te va de un lado a otro como si quisieras atraparlo todo, para no olvidar ningún detalle… es un ¿museo? poco convencional, porque allí se conserva la vida.

Chávez se te queda en los cinco sentidos cuando visitas el 4F, porque Chávez es vida y aunque se hable de desaparición física, de siembra, de recuerdos, aun queda camino por andar. Han pasado 10 años de su paso a la inmortalidad y parece que el hombre te recibe en su Cuartel para contarte de la vida…

Tomado de Perlavisión

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