La figura delgada de Celia Sánchez Manduley, su trato amable, ropa sencilla, muchas veces con cómodas alpargatas y que manejaba ella misma un pequeño jeep plástico sin escolta, hacían difícil asociarla con la heroína de la República de Cuba y una de las figuras imprescindibles de la Revolución.
Un 11 de enero de 1980, hace 44 años, falleció en La Habana a los 60 años Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley, la mujer cuyo nombre está asociado indisolublemente con los acontecimientos revolucionarios más importantes en Cuba a partir del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.
Celia nació en el Central Isabel, en Pueblo Nuevo, Media Luna, Oriente, el 9 de mayo de 1920, hija de Manuel Sánchez Silveira, hombre de ideas liberales avanzadas, y de Acacia Manduley Alsina. Siendo muy joven fue quien organizó por orientaciones de Frank País la red clandestina de campesinos que permitió la supervivencia de la guerrilla dirigida por Fidel Castro luego del desembarcó por el sur de Oriente el 2 de diciembre de 1956 y que se convertiría posteriormente en el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra.
En los momentos más difíciles de la guerrilla, en febrero de 1957 marchó al encuentro de esta en compañía de Frank País, Faustino Pérez, Haydée Santamaría y otros miembros de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio. para coordinar el apoyo desde el llano y guiar al periodista del New York Times Herbert Matthews al encuentro con Fidel. La publicación de la entrevista que el periodista hiciera al líder de la guerrilla echaría por tierra la propagada batistiana basada en la supuesta muerte del Comandante. A finales de abril volvería a subir a la Sierra Maestra guiando al periodista norteamericano Bob Taber, quien también deseaba entrevistar a Fidel.
El 28 de mayo, como integrante del pelotón de la Comandancia, combatió en la toma del cuartel de El Uvero, y fue la primera mujer que ocupó la posición de soldado combatiente en las filas del Ejército Rebelde. Pocos días después de esa acción, Fidel la envió de nuevo al llano con importantes encomiendas. Esta resultó la etapa de mayor peligro, pues a la persecución contra ella se sumó la traición de un expedicionario del Granma, quien delató a muchos de los colaboradores del Movimiento.
En una carta enviada por la comandancia guerrillera de la Sierra Maestra a Frank País se patentizó el papel vital de Celia durante la guerra cuando escribieron: “cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David (Frank País) y Norma (Celia Sánchez)”.
Celia tuvo el 4 de septiembre de 1958 un papel destacado en la creación del batallón femenino Mariana Grajales, que operaba en la zona de La Plata, Sierra Maestra, como apoyo a la retaguardia guerrillera. Este hecho demostró que las mujeres cubanas también podían ocupar posiciones de combatientes guerrilleras en los combates contra las fuerzas militares de la tiranía batistiana.
Por sus manos pasaron luego todas las órdenes del Comandante en Jefe durante la guerra de liberación como su asistente personal, y las decisiones más trascendentes después del triunfo en 1959, cuando asumió importantes tareas y responsabilidades, siendo participante activa de los momentos más trascendentales de las primeras décadas del período revolucionario.
Su llegada a cualquier hora de la noche al periódico Granma era habitual, donde tenía un parqueo reservado para su pequeño jeep plástico y ayudaba a la dirección del diario en la revisión de algunas informaciones, en las consultas en horas de la madrugada a cualquier dirigente que siempre le contestaban al teléfono, o para mantener informado a Fidel de cualquier noticia trascendente.
En las primeras décadas después del triunfo revolucionario se dedicó también a recoger y organizar toda la información referente a la lucha guerrillera para conservar la memoria histórica, así como a crear muchas obras sociales, como el Parque Lenin y garantizar el apoyo a las familias campesinas de la Sierra Maestra y la educación profesional de sus hijos. 
Fue secretaria del Consejo de Estado, diputada al Parlamento, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su creación hasta su fallecimiento y miembro de la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas. Por su labor es conocida como La flor autóctona de la Revolución.

Tomado de la página web de la Contraloría General de la República.

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