En el corazón de nuestra #Alma_Mater_Sureña, donde los pasillos resuenan con el eco de generaciones de estudiantes y profesores, se encuentra José Monteagudo, conocido cariñosamente como Pepito. Su historia es la de un hombre cuya vida ha estado entrelazada con la evolución de esta institución desde sus primeros días, y su relato es un testimonio de dedicación, pasión y visión.
Antes de 1975, Cienfuegos ya contaba con una filial de la Universidad Central de Las Villas (UCLV), creada para satisfacer las necesidades de educación superior en la región. Pepito, entonces jefe del Departamento de Energía de la Escuela de Ingeniería Mecánica de la UCLV, viajaba regularmente a Cienfuegos para impartir clases a los trabajadores de las empresas locales. <<No pasaba por mi mente la idea de ser fundador de una institución>>, recuerda Pepito, << solo aspirábamos a lograr una sólida formación en los trabajadores-estudiantes del área de la Ingeniería Mecánica>>.
El año 1976 marcó un hito con la división política administrativa del país y la creación del Ministerio de Educación Superior, sentando las bases para lo que hoy es la Universidad de Cienfuegos. <<Más acá en el tiempo se nos dio el calificativo de fundadores>>, y así su humildad se aprecia al decir << “Mirar atrás y recordar las limitaciones del inicio y observar el salto de estos 45 años nos llena de un sano orgullo>>.
Pepito destaca varios momentos clave en la historia de la universidad. La creación del Instituto Superior Técnico de Cienfuegos (ISTC) fue uno de ellos. << Ya se iniciaba de forma independiente la vida universitaria en la joven provincia>>, comenta. Este paso permitió que Cienfuegos dejara de ser una región administrativa para convertirse en una provincia con su propia identidad educativa.
Otro momento crucial fue la constitución de la Universidad de Cienfuegos, ampliando su perfil de formación para incluir ciencias pedagógicas, cultura física y humanísticas. <<El esfuerzo del país es enorme>>, subraya Pepito, recordando que hasta esa fecha solo existían tres universidades en Cuba.
Para Pepito, la honestidad, la humildad y la constancia son valores esenciales en la labor educativa. <<Nunca mentir y asumir la responsabilidad ante lo realizado>>, afirma. <<Mantener la humildad ante cualquier logro, personal o colectivo, y ser constante en las acciones diarias>>.
La exigencia a los estudiantes por el cumplimiento de estos valores es fundamental. <<Los estudiantes se fijan mucho en sus profesores>>, dice, y << si no hay ejemplo de estos en el respeto a los valores fundamentales, es difícil transferir estos valores a los estudiantes>>.
A pesar de las dificultades materiales actuales, Pepito sueña con una universidad limpia, con áreas verdes arregladas y aulas que promuevan la enseñanza y la creación << con aulas y locales que promuevan el quedarse en ellos para enseñar, crear y de los cuales nos sintamos orgullosos. Sueño, además con un fortalecimiento en las áreas de las ingenierías y la economía al nivel de años anteriores>>, expresa con esperanza.
Pepito agradece a todos los que han contribuido al crecimiento de la universidad a lo largo de los años. <<Felicitar a los fundadores en Cuba o donde estén porque el trabajo de aquellos años posibilitó la universidad de hoy>>, dice con emoción. <<Felicitar a los que llegaron después, porque son los que marcan el ritmo de crecimiento de hoy>>.
En sus palabras, se percibe la pasión y el compromiso que han definido su vida y su carrera. <<Formo parte de ese equipo y aún siento la emoción de formar parte de ese colectivo>>, concluye Pepito.
Su historia es un recordatorio de que la educación no solo transforma vidas, sino que también construye futuros y forja comunidades.
Elaborado por la Dirección de Comunicación Institucional, UCf.