En el corazón de Cienfuegos, una ciudad bañada por el sol y la brisa marina, se erige una institución que ha sido testigo del esfuerzo, la dedicación y el amor de sus fundadores.
 
La Universidad de Cienfuegos  no es solo un centro de educación superior; es el fruto de un sueño compartido por un grupo de visionarios que, con infinita pasión, plantaron la semilla del conocimiento en esta tierra.
 
Marisela y su esposo Arcelio, dos de esos visionarios, recuerdan con emoción los primeros días de la Filial Universitaria de Cienfuegos. << Decía Martí: ‘Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan y los que odian y deshacen’. Creo que quienes abrazamos la labor de educar estamos en el primer bando >>, comentan, y << Educar es una labor de infinito amor >>, añaden citando al Apóstol.
 
La historia de la Universidad de Cienfuegos comenzó con un pequeño grupo de apenas 50 compañeros, quienes, con esfuerzo y dedicación, garantizaron la vitalidad de la Filial. << Muchos compañeros estuvieron trabajando antes, pero en la fecha en que la Filial Universitaria de Cienfuegos recibió la condición de centro de educación independiente bajo el nombre de Instituto Superior Técnico de Cienfuegos (ISTC), la plantilla era esa >>, nos explican.
 
Marisela se unió al colectivo en enero de 1972, trabajando en la formación de profesores de Secundaria Básica en diversas especialidades. Su esposo, por su parte, comenzó en septiembre de 1974 como personal de servicio de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de las Villas. << Transcurrido el año por el que vine a trabajar, el entonces Director de la Filial, el Ing. Eduardo Cruz González, me propuso trasladarme a la plantilla de la Filial, lo cual era un cambio interno en la UCLV y acepté >>, recuerda Arcelio.
 
La Filial tenía como propósito fomentar la educación superior en la provincia, ofreciendo cursos regulares diurnos y vespertinos nocturnos en diversas carreras. << Mirar ahora todo el desarrollo de aquella semilla plantada, de aquel proyecto, al cual dedicamos tanto esfuerzo, tanta dedicación, tanto amor y donde ha transcurrido la mayor parte de nuestra vida, nos enorgullece y nos hace pensar que como dice el profesor Calviño: valió la pena >>, palabras que reflejan el orgullo y la satisfacción de una vida dedicada a la educación.
 
El impacto emocional de la universidad en sus vidas es profundo y significativo. << Nuestro trabajo en esta institución ha ocupado la mayor parte de nuestras vidas. Marisela ha dedicado 52 de sus años y yo 50. Aquí nos conocimos, decidimos fundar una familia, educamos a nuestros hijos, los vimos graduarse de ingenieros», comparten con emoción. La universidad no solo fue su lugar de trabajo, sino también el escenario de sus vidas, donde celebraron aniversarios, triunfos y logros de estudiantes y compañeros.
 
A lo largo de estos 45 años, han vivido innumerables momentos de orgullo y satisfacción. << La fundación del ISTC, la graduación de nuestros hijos como ingenieros, la obtención de la categoría académica de Master en Educación de Marisela y mi grado científico de Doctor en Ciencias Técnicas, los resultados obtenidos en las inspecciones del MES, los procesos de acreditación de carreras, Maestrías, Programas de Doctorado, y las distinciones recibidas del Consejo de Estado, del SINTECD, de las FAR, del Gobierno Provincial, del CITMA >>, enumeran con orgullo.
 
Los valores fundamentales en la labor educativa de la universidad han sido la dedicación, la consagración, la responsabilidad, el compañerismo, la solidaridad, el entusiasmo, el sentido de pertenencia, el compromiso, el espíritu de superación, el afán de conocer, la perseverancia, el optimismo y el convencimiento de alcanzar metas. << Transmitir estos valores a nuestros estudiantes fue lo que salvó a muchos de ellos de abandonar la carrera en situaciones complejas y llevó a otros a niveles elevados de participación en disímiles campos >>, afirman con satisfacción.
 
Mantener viva la pasión y el compromiso por la educación ha sido un desafío que han superado con vocación y dedicación. << En las más difíciles circunstancias siempre nos ha guiado la máxima de hacer lo mejor y más adecuado en cada momento para que nuestros estudiantes se formen de la mejor manera posible. Nunca nos hemos dejado llevar por el facilismo, la tolerancia con lo mal hecho, la falta de exigencia >>, explican. Su premisa básica ha sido el respeto hacia el estudiante en todos los aspectos, siendo ejemplos vivos para ellos.
 
Su mayor sueño para el futuro de la universidad es que se mantengan vivos los valores que han sido claves para su desarrollo. << Que su práctica en cada uno de los miembros de este colectivo conduzca nuestra Universidad a mayores e irreversibles logros que la sitúen entre las más respetadas en el país >>, desean con esperanza.
 
Agradecen profundamente a todas las personas que han contribuido al crecimiento y desarrollo de la universidad. << Como fundadores, que vemos esta universidad como una hija nuestra, tenemos que agradecerles a todos los que, de una forma u otra, desde su puesto de trabajo, por sencillo que pueda parecer, desde su responsabilidad, han contribuido a este crecimiento >>, expresan con gratitud.
 
Finalmente, su mensaje de felicitación para la Universidad de Cienfuegos en su venidero Aniversario 45 es de éxito y prosperidad. << Queremos desearle larga vida, próspera, que siga cosechando muchos éxitos y que este 45 aniversario esté coronado por el regreso a la normalidad en la actividad docente de nuestra institución >>, concluyen con optimismo.
 
Hoy, la Universidad de Cienfuegos es un faro de conocimiento y esperanza, un testimonio vivo del poder transformador de la educación y del amor infinito de aquellos que, como Marisela y su esposo, decidieron fundar en lugar de deshacer.
 
Elaborado por la Dirección de Comunicación Institucional. UCf. 

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