Cada martes la esperanza se tiñe de azul en la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte (UCCFD) Manuel Fajardo. Desde hace varios años, allí cobra vida el proyecto Soñar en azul, un espacio lleno de oportunidades para niños y adolescentes con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA).
Fue iniciativa de una mamá, quien vio cómo su niño, «cuando venía a mi trabajo en la Universidad del Deporte, dejaba de estar triste, se mostraba cooperativo y alegre». Así lo contó la licenciada en Cultura Física Yanaisis Martínez Díaz.
Todo comenzó en 2018, como un proyecto extensionista de la Universidad, con el nombre Saltar en azul. «Contacté con otros profesores de Educación Física de la institución, para empezar a tener actividades gimnásticas con mi hijo. Hablé con otras madres, y les gustó la idea de Saltar en azul».
El avance en los niños se nota enseguida, y dieron paso a otras actividades deportivas, incluida la piscina. «Desde la Universidad se generaron investigaciones que fueron tesis de pregrado y de doctorado, enfocadas en cómo mejorar la socialización, la comunicación, la conducta, las sensaciones y las percepciones del área motriz en estos niños, en el transcurso hacia la adolescencia», puntualizó Yanaisis.
A partir de ahí, cambia el nombre a Soñar en azul, con el fin de que tuviera un sentido más abarcador. Ludys Galarraga Capdevila, directora de actividades extracurriculares de la UCCFD, comentó que «es uno de nuestros proyectos líderes; por el impacto social que tiene en materia de inclusión y de oportunidades para niños con discapacidad, con una propuesta desde la actividad física».
El TEA no es una enfermedad, sino una condición del desarrollo, de origen multifactorial. Tiene como características: incapacidad para relacionarse adecuadamente con otras personas; dificultades en el desarrollo comunicativo y del lenguaje, tanto a nivel expresivo como comprensivo; presencia de una persistente insistencia en la invariancia y la resistencia a cambios ambientales, rutinas e inflexibilidad.
«Hace dos años nos unimos al Proyecto de inclusión de niños y niñas y adolescentes con Trastorno del Espectro del Autismo de la Unicef, y tuvimos una experiencia muy bonita en Pinar del Río, Cienfuegos y Santiago de Cuba, que nos mostró cómo eran los niños con TEA fuera de la capital», dijo Yanaisis.
«Hay muchas características en común, y las familias buscaban diferentes cosas para sus hijos, según su estilo de vida y de trabajo; y surgió la idea de hacer un Manual de actividades físicas, terrestres y acuáticas, para personas con Trastorno del espectro del autismo, que describe la caracterización, cómo usar el deporte, más un curso para directivos, uno para especialistas, y otro para padres», agregó Yanaisis.
«La presentación del Manual fue el resultado de las relaciones entre este proyecto y los fondos de la Unicef. Es de gran significado para nuestra comunidad universitaria, y para nuestro país, que lidera un proyecto con relevancia a nivel internacional», destacó Galarraga Capdevila, y Yanaisis agregó que es el resultado del trabajo en conjunto, desde hace ocho años, de Soñar en Azul, la Unicef, las Naciones Unidas, el ICCP, el Inder y el Mined.
«Nos unimos en un proyecto llamado Moviendo la inclusión, en el que hicimos capacitaciones en todas las provincias, para llevar el deporte y la actividad física a los especialistas en función del TEA. A partir de la identificación de las necesidades que existían en cada territorio, y de las experiencias investigativas y prácticas de Soñar en Azul, nació el Manual».
Kirenia Céspedes García es profesora de la escuela especial José Antonio Aguilera Maceira, del municipio de Playa, y desde su experiencia con el proyecto constató «un avance extraordinario en sus alumnos. Cada niño tiene características diferentes, y te expresa algo diferente, pero trabajar con ellos es algo muy bello».
«Compartimos la experiencia con los padres, con la comunidad y con los factores que intervienen dentro de ella y de la escuela», recalcó.
Aimée Betancourt Blanco, oficial de programa de Unicef Cuba, explicó que muchos de los niños y adolescentes con TEA en Cuba se encuentran dentro de la enseñanza regular. «Preparamos a los docentes para trabajar con las familias, y de ahí encaminar el proceso. Queda mucho por hacer, porque hay que sensibilizar. El maestro tiene un reto cuando ve un niño en esta situación y hay que darle la confianza y la herramienta para que pueda dar esa atención.
«Los niños con discapacidad intelectual y TEA representan el mayor número de niños con discapacidad en Cuba. Hemos trabajado en Pinar del Río, en Holguín, en municipios de La Habana, como San Miguel del Padrón, Diez de Octubre, entre otros. Se han hecho talleres con los docentes, con los centros de diagnóstico y orientación, y desde hace dos años trabajamos en el fortalecimiento del diagnóstico de autismo», especificó la oficial de Unicef Cuba.
«Contamos con el financiamiento de Undesa, donante de la oficina de asuntos económicos y sociales de las Naciones Unidas, adscrita directamente al Secretario General, para el programa de Inclusión social de niños, niñas, adolescentes y jóvenes con autismo, mediante el deporte. Deseamos que este Manual sea muy útil para la familia, para los docentes de todas las escuelas, porque con la inclusión el niño se estimula, socializa y se acepta en sociedad», apuntó.
En Soñar en azul participan 56 niños, «vienen de casi todas las edades. La más pequeñita es Ainoa, de cinco añitos, aunque pronto se nos unirá un pequeño de cuatro. La mayor tiene 22. Pero el rango de edad es entre ocho y 14 años», explica Yanaisis.
Para Yailín Zamora Franco y su hijo Enzo Lufriu Zamora, «el inicio fue difícil: dos meses más o menos para acostumbrarse, pues no seguía las órdenes, no quería hacer los ejercicios, pero ahora es maravilloso. Llevamos casi un año, y le gusta, lo disfruta. Es como una familia, en la que la terapia es para los padres también, porque te relajas y sientes a tu hijo aceptado, nadie lo mira mal».
«Le gusta la educación física. Ahora juega con pelota, que no lo solía hacer. Ya entiende lo que es esperar su turno, aunque seguimos trabajando en que lo procese mejor. Ya se sienta en el baño, sin miedo, sin frustración», comentó la mamá de Enzo.
«Agradezco a los profesores, a Yanaisis, a Osmany. Son ejemplos para seguir, nos ayudan, nos orientan. Al profe Osmany le toca la parte de la Educación Física con una armonía divina», expresó.
«El papel de la sociedad es importante, porque hay que aprender a darse cuenta de que ellos están en nuestro mundo, que son capaces de hacer todo», aseguró Yailín, con el pecho lleno de emociones.
Tomado del Periódico Granma.