La construcción y el perfeccionamiento diario del estado de derecho en Cuba, ha sido resultado de un proceso de consolidación de la Revolución iniciada en el siglo XIX, inicialmente para el logro de la independencia nacional y en el siglo XX por la emancipación social.
La Revolución triunfante el 1ro. de enero de 1959 y su posterior radicalización, tuvo desde los primeros momentos la oposición desde todas las perspectivas de las diferentes administraciones estadounidenses, las que han utilizado todo tipo de mecanismos para intentar destruir el proyecto de construcción del Socialismo, declarado en 16 de abril de 1961 y defendido por la sangre heroica cubana en la arenas de Playa Girón y ratificado en la Constitución de la República de Cuba, en la Constitución de 1976, sus modificaciones en 1992 y 2021 y en la nueva Constitución aprobada por la asamblea Nacional del Poder Popular y certificada en referendo popular, el 24 de febrero de 2019, con el 86,85% de los votos.
En su artículo 1 se declara que “Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos como república unitaria e indivisible, fundada en el trabajo, la dignidad, el humanismo y la ética de sus ciudadanos para el disfrute de la libertad, la equidad, la igualdad, la solidaridad, el bienestar y la prosperidad individual y colectiva.”[1]
El compromiso de la mayoría del pueblo es hoy el de defender esta Revolución, a pesar del recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero que aplica los EEUU contra nuestro país y su impacto negativo en todos los órdenes de nuestra vida, con el objetivo de estimular el desaliento, el cansancio e incluso, la oposición del pueblo al proyecto de construcción del Socialismo.
Desde hace meses se viene denunciando que Cuba es hoy centro de la Guerra No Convencional o de Cuarta Generación, cumpliendo al pie de la letra lo escrito en sus manuales de guerra, aplicado en hermanos países que han decidido construir su futuro fuera de la esfera de influencia del Imperio.
Los recientes acontecimientos del pasado domingo 11, demuestran en la práctica los intentos de demoler a la Revolución Cubana. El poder financiero, económico y el uso de las TICs., materializado en la utilización de las cibertropas, el ciberterrorismo, los intentos de linchamiento en las redes sociales a los defensores del proyecto cubano y un denominador común: el odio a la Revolución, el odio al socialismo, el odio al Comunismo e incluso el llamado a la muerte de nuestros líderes y de los comunistas.
Reiteramos la posición de la mayoría de los cubanos, la defensa a cualquier costo. No por gusto el Apóstol, cuando preparaba su guerra necesaria, a pesar de que en silencio tenía que ser, escribió en sus notas, «¿Que dónde estoy? en la revolución; con la revolución. Pero no para perderla, ayudándola a ir por malos caminos! Sino para poner en ella, con mi leal entender, los elementos quienes, aunque no sean reconocidos al principio por la gente de poca vista o mala voluntad… han de salvarla.»[2]
En aquel momento, Martí reconocía el peligro que representaba para la revolución en construcción, el hacer de los autonomistas, las posiciones de los indecisos, pero aún más de los anexionistas y escribió, “… las únicas bases firmes de la idea anexionista: la creencia honrada de muchos cubanos en la ineptitud de Cuba para su propia redención, y la opinión de ruindad constitucional e irremediable incompetencia en que nos tiene el pueblo de los Estados Unidos, por ignorancia y preocupación, por la propaganda maligna de los políticos ambiciosos, y por el justo desdén del hombre libre al esclavo.”[3]
Hoy ese peligro está latente, una nueva camada de anexionistas, conscientes e inconscientes, que no son capaces de pensar con cabeza propia, y solo miran hacia las administraciones del vecino del Norte, son ellos los que de una forma u otra pedían a gritos “intervención humanitaria” y compartieron y comparten una realidad virtual que no es la real de nuestra Cuba.
Se olvidan o desconocen, a pesar que tienen hoy al Apóstol en sus bocas y en sus perfiles, que esta Revolución tiene como bandera las aspiraciones del Maestro, cuando escribió, «Que la revolución no sea el triunfo de un bando temible por glorioso, y por haber logrado sólo la gloria, ‑ arrogante, ignorante, lleno de vicios, odios y ambiciones nacidas de la guerra, y exclusivo.»[4]
Defendemos hoy el derecho al amor, el derecho al respeto, el derecho a la paz y el derecho a la unidad, aunque exigimos respeto y el uso de los canales establecidos para perfeccionar nuestra sociedad. Nada de odio porque al decir de Martí “El odio no construye”[5] y “El odio canijo ladra, y no obra”[6] y el momento es de construir y perfeccionar nuestra obra mayor: ¡la patria socialista!
Defendemos hoy la libertad, que es «el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás» que va en contra de todo tipo de egoísmo, en contra de todo individualismo amoral, en contra de caprichos y anarquías y mucho menos abuso de unos sobre otros. Defendemos pues la justicia colectiva que en ningún momento significa aplastar, ahogar, destruir y matar a la persona original, pues la base de esa libertad en función, al decir de Martí, por el decoro del hombre.
En función de ese decoro y de la dignidad plena del hombre, es el convite a todos a fundar y defender la República, tema que precisa en su discurso conocido “Con todos y para el bien de todos”[7]
Esta frase, que el Apóstol pronunciara desde 1889, ha sido de forma reiterada adulterada por los enemigos de la Revolución, quienes la utilizan literalmente, fuera de su contexto, intentando demostrar que el Maestro luchaba por una república en que tuvieran igual fuerza de decisión y el mismo respeto absolutamente todos los cubanos, incluyendo a todos aquellos que de una forma u otra se oponían a la lucha por la independencia de Cuba.
Martí incluye en el “todos”, “[…] a los hombres honrados, trabajadores y dignos, a los patriotas; y que se utiliza para englobar a esos hombres sin distingos de sexo, raza, nacionalidad, militancia política, corriente ideológica o credos religiosos.”[8]
Debe recordarse que en su constante prédica de aunar voluntades en la preparación de su guerra necesaria, el Héroe Nacional utiliza fases como:
“[…] todos los elementos consagrados al saneamiento y emancipación del país”[9]; “[…] todos los hombres honrados”[10]; “[…] todos los cubanos del más diverso origen que quieran la libertad”[11]; “[…] todo el pueblo cubano revolucionario”[12]; “[…] todos aquellos hombres abnegados y fuertes”[13]; “[…] todos los elementos unidos del bando revolucionario”[14]; “[…] la mayor suma de elementos útiles y posibles”[15].
Al decir de Cintio Vitier[16], llama la atención, cómo en un discurso en el que el Apóstol está hablando de una república con todos y el para el bien de todos, precise, objetando y reprochando, a siete grupos de compatriotas a los que dicen Mienten y los enuncia:
- uno, los escépticos;
- dos, los que temían «a los hábitos de autoridad contraídos en la guerra», él había vivido esa realidad en México, en Guatemala, en Venezuela;
- tres, los que temían «a las tribulaciones de la guerra» (alusión al libro de Ramón Roa, A pie y descalzo, que es lo que va a provocar la carta de Enrique Collazo);
- cuatro, los que temían al llamado «peligro negro»;
- cinco, los que temían al español como ciudadano en Cuba;
- seis, los que, por temor al Norte y desconfianza de sí, se inclinaban hacia el anexionismo; y
- siete, los «lindoros» (aristócratas), los «olimpos» (oportunistas) y los «alzacolas» (intrigantes).
Cintio concluye destacando que “Con todos, y para el bien de todos, pues, no por ser un discurso de amor deja de ser un discurso combativo. Para nuestro combate de hoy nos dice dos cosas fundamentales. La primera es que no podemos admitir la perpetuación del alma colonial en nuestra vida, con novedades de uniforme yanqui, sino la esencia y realidad de un país republicano nuestro”[17].
Para concluir, queda claro, que para el Héroe Nacional cubano, en su Con todos, no se encontraba el 100% de los cubanos, dígase los de dentro de la Isla y los emigrados. Si bien, la unidad es la premisa que ha permitido el triunfo de la Revolución Cubana y continuaremos convocando a aquellos, que por ignorancia o por confusión, aún no se han incorporado, a fundar y trabajar juntos con amor y paz, debemos tener presente, que en los momentos actuales, existe un sector de cubanos que estarán del otro lado, al lado de la contrarrevolución y del Imperio.
Por: José Alberto Chang Ramírez
REFERENCIAS
[1] Constitución de la República de Cuba. 2019
[2] Obras Completas T 22 Fragmentos p. 73.
[3] Obras Completas T 2 p.48. “El remedio anexionista” Patria. Nueva York, 2-6-1892.
[4] Obras Completas T 22 Fragmentos p. 112.
[5] OC T 14 p. 496. “Francia.” La Opinión Nacional. Caracas, 1882.
[6] OC T 5 p. 241. “Libro Nuevo de José Miguel Macias.” Patria. Nueva York, 8-9-1894.
[7] OC T4
[8] José Cantón Navarro. El sentido de una frase martiana: Con todos y para el bien de todos
[9] José Martí. Tomo 4, p.93
[10] Ibídem. 1:259-260
[11] Ibídem. 4: 94
[12] Ibídem. 4: 135
[13] Ibídem. 1: 168
[14] Ibídem. 1:168
[15] Ibídem. 1: 442
[16] Cintio Vitier. Entrevista concedida a Hilario Rosete Silva de la Revista Alma Mater
[17] Ibídem.