Hoy nos adentramos en la historia de un egresado angolano cuya trayectoria como estudiante dejó una huella imborrable en nuestra institución. Las palabras de Faustino, cargadas de emoción y nostalgia, nos transportan a una época de aprendizaje, amistad y crecimiento personal.
“Me sentí muy feliz y me hizo revivir todo de nuevo, es como si estuviera allá de nuevo, como dicen ‘recordar es vivir’”, confiesa al recibir nuestra entrevista. Y es que, para él, recordar su paso por la Universidad de Cienfuegos es revivir una etapa llena de experiencias inolvidables y momentos que marcaron su vida para siempre.
Uno de los recuerdos más vívidos que guarda es su participación en el primer festival nacional en Santiago. “Lo recuerdo como si fuera ahora mismo, éramos poquitos representantes de la provincia, éramos como 5 apenas”, nos cuenta. Las actividades recreativas en la universidad también ocupan un lugar especial en su memoria, donde conoció a muchos amigos que hoy considera familia. “A los compañeros los miro como hermanos de padres diferentes y a los profesores madres y padres sin tener que parirme, es así como los veo”, expresa con cariño.
Su paso por la televisión de Cienfuegos, representando a la universidad, y su participación en los congresos de la FEU como secretario de cultura y divulgación, son apenas algunos de los momentos que atesora. “Me sentía como otro cubano más”, recuerda con orgullo.
Para él, la universidad no fue solo una escuela, sino una verdadera incubadora de personalidad. “Después de haber pasado todo este tiempo me he tornado más social y extrovertido, creo que me he tornado una persona mejor”, reflexiona. En el ámbito profesional, se esfuerza por aplicar y mejorar lo aprendido en la UCf. “Lo digo y sin miedo a errar, por haber pasado por la UCf, hoy soy lo que soy”, afirma con convicción.
La biblioteca de la universidad fue un espacio de aprendizaje y camaradería que extraña profundamente. “Ahí nos reíamos de las bromas cada cual según su sentido del humor y también había momentos de seriedad en que cada cual reconocía su incapacidad de entender un contenido y ahí compartíamos el instinto de ayudarnos unos a los otros”, rememora con nostalgia.
A los actuales estudiantes, les aconseja aprovechar cada momento sin limitaciones, tanto para aprender como para divertirse. “Esos momentos son únicos en la vida, y no se repiten”, advierte con sabiduría.
Finalmente, expresa su deseo de felicidad y progreso para la universidad y todos sus integrantes. “Que esa celebración traiga un profundo sentimiento de gratitud por tornarnos los profesionales que somos hoy, sabiendo que la historia se va a repetir con muchos otros”, concluye con esperanza.
Así, su historia se entrelaza con la de tantos otros que han pasado por la Universidad de Cienfuegos, dejando un legado de gratitud y amor por una institución que no solo forma profesionales, sino también seres humanos excepcionales.
Elaborado por la Dirección de Comunicación Institucional.